sábado, 15 de agosto de 2009

A veces las cosas son así (2)


Acordamos encontrarnos en algún lugar que yo conociese para desde allí, Maya y yo seguir en mi coche a Ernesto hasta llegar a su casa de la playa.

Maya y yo no nos conocíamos de antes, pero habíamos hablado por teléfono la noche anterior y nos habíamos caido muy bien. De camino, estuvimos hablando de Ernesto y de nuestras experiencias sexuales con él. Maya tenía bastante más que decir, pues llevaba un año viéndose con él aunque decían no ser pareja.

Llegamos a la casa y Ernesto preparó algo para cenar mientras Maya y yo nos tomabamos un vinito en el jardin. La cena duró poco porque en seguida la temperatura empezó a subir. Maya nos contaba lo excitada que había estado los días previos al encuentro pensando en el trío y en las cosas que Ernesto le había contado de mí.

Maya sin dudarlo, pidió a Ernesto que me descubriera las tetitas de las que tanto le había hablado. Así lo hizo con una mano y con la otra separó las piernas de Maya para apartar su tanga y descubrir su sexo bien mojado.
No pude resistir tocarla mientras mi boca se acercaba al paquete de Ernesto ya bien duro.

Decidimos entrar a la casa porque estábamos en el jardín y nos podían ver los vecinos y subimos al cuarto donde una cama de 2mx2m nos esperaba.
No recuerdo bien el orden en el que pasaron las cosas pero fue fantástico. Hasta conseguimos que Ernesto nos prácticara sexo oral, a las dos!!!!

Después de un rato grande decidimos darnos un pequeño descanso e irnos a la playa a dar una vuelta. El descanso duró poco porque nos pusimos a jugar de nuevo en uno de los miradores de madera de la playa, a esas horas completamente oscura y desierta.

Volvimos a la casa y seguimos jugando hasta que el sueño pudo con nosotros. A la mañana siguiente al despertar jugamos otro ratito hasta que Ernesto muy amablemente se ofreció a prepararnos el desayuno mientras nosotras nos duchabamos y vestíamos para empezar el día como si tal cosa. ¡Qué majo! le dije a Maya mientras aún tumbadas en la cama oíamos como Ernesto exprimía las narajas en la cocina para hacernos un zumito. No hubo respuesta por parte de Maya, se abalanzó sobre mí y empezamos a jugar de nuevo, pero esta vez solitas.

Cuando bajamos ya arregladas, los comentarios de Ernesto no se hicieron esperar ¿Qué han sido esos gritos? ¿Habéis visto un ratón? ¿o tal vez eran gemidos de placer?....

Desayunamos y me marché con la promesa de volver a verlos pero por separado, muy a pesar de Ernesto.

3 comentarios:

  1. Hola Helena. Acabo de descubrir tu blog, y me ha gustado hacerlo. Deliciosa manera de pasar un fin de semana, jejeje. En fín, si necesitais ayuda, sólo tienes que gritar mi nombreeee. Un beso.
    Carl.

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  2. Gracias, te tendremos en cuenta.
    Por cierto, a ver si me enseñas como poner música en mi blog.
    Besos

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  3. Ummmm....
    yo quieroooooo.
    Jo!!!
    Me das envidia

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